Hola de nuevo, me había propuesto
contaros esta semana lo que hemos hecho este curso para el huerto de
otoño-invierno y los resultados que vamos teniendo pero, por diversas razones,
me he encontrado con un vídeo y una propuesta que quiero compartir con
vosotras.
Es un proyecto que compagina el uso
y acceso a recursos abiertos (open source), la horticultura urbana/doméstica,
la monitorización y la automatización del cultivo. Me ha parecido una
propuesta muy interesante y, a pesar de
que amo el contacto físico con la tierra y las plantas que cultivamos, estaría
más que dispuesto a tener un bancal con esta tecnología y con estas características
en nuestra pequeña huerta. Como sé que entre nosotras hay muchas personas con ganas y destrezas suficientes, a ver si somos capaces de hacer algo que se
acerque.
En el enlace al final de este
post podéis ver la génesis de la experiencia (unos 6 minutos), hay otros vídeos
disponibles y ellos comercializan un kit. El sistema está diseñado para un típico bancal elevado y automatiza siembra, riego a nivel de planta, monitorización del suelo y desherbado. Esta propuesta me ha hecho reflexionar
sobre el papel de la tecnología en la agroecología ya que, en muchos casos,
enfatizamos la recuperación de modos de producción tradicionales y centramos
muchas propuestas en pequeñas fincas familiares en países con rentas percápitas bajas ya que son las que dan de comer
mayoritariamente a las personas más desfavorecidas a nivel mundial.
Sin embargo, esta propuesta
altamente tecnológica, asequible y realizable por bastantes personas en países ricos también comparte una motivación
inicial esencialmente AGROECOLÓGICA. La razón es que contrapone la posibilidad de
auto-producir alimentos localmente a la dependencia que tenemos para obtenerlos
de la agricultura industrial deslocalizada. Es decir, abraza el concepto de SOBERANÍA ALIMENTARIA.
He aprendido al visionarla y algo ha cambiado en mi mapa conceptual
sobre el papel que puede tener la TECNOLOGÍA
en esta lucha desigual que enfrentamos y donde la horticultura
urbana de países ricos es una herramienta más de contestación, resistencia y demostración de que se pueden hacer las cosas de otro modo.
Últimamente, pienso con cierta frecuencia que deberíamos detenernos y reflexionar sobre cómo
nuestros modos de producir y consumir afectan a las personas y a la tierra. También pienso que, en determinados sectores,
cabría plantearse una moratoria científico-tecnológica porque con frecuencia el
desarrollo de la tecnología y la fundamentación científica que la soporta responden
a la solución de problemas que se pueden evitar perfectamente si existiera
voluntad de hacerlo, claro.
Es posible que alguien se haya
asustado al leer la última frase. Sí, he dicho lo que se lee y no soy el único
que lo mantiene. Por ejemplo, el economista Serge Latouche en su “Pequeño
Tratado del Decrecimiento Sereno”, también lo menciona. Quizá sea más fácil entender
la afirmación usando como analogía la comparación entre lo que son la medicina
preventiva y la curativa. De hecho, desde el punto de vista epidemiológico, el mejor predictor del tipo de enfermedades
que enfrentamos a lo largo de nuestras vidas y de cómo vamos a responder a
ellas fisiológicamente cuando las sufrimos
son nuestros hábitos personales, nuestro modo de vivir, comer, hacer deporte,
etc.
Del mismo modo, nuestros hábitos presentes de producción y
consumo son el mejor predictor de que en el futuro vamos a sufrir socio-ambientalmente
aún más que ahora, que ya estamos enfermos. El SISTEMA AGROALIMENTARIO es un elemento
muy importante de los mercados globales que nos atenazan y, en general, la
tecnología es también una aliada más en esta carrera alocada a ninguna parte.
Sin embargo, el proyecto FarmBot Genesis me ha ilusionado porque
ha puesto en tensión este descreimiento del que os escribo al mostrar cómo desde la
tecnología se generan iniciativas muy potentes, de abajo a
arriba, basadas en la monitorización, la automatización y abiertas a la cooperación. Aunque hace tiempo que tenemos pensado incorporar el tema de la monitorización en el huerto, lo veíamos más cómo un complemento
necesario y justificado docentemente. Pero hoy, vislumbro mejor cómo conjugar eso con el compromiso y las bases conceptual y ética de nuestro
proyecto de agricultura urbana.
Para mí, este es un ejemplo concreto
de cómo la TECNOLOGÍA puede aliarse y
comprometerse con la protección de los BIENES COMUNES y la soberanía
alimentaria generando respuestas y vías alternativas para enfrentar sistemas productivistas que no respetan los límites
planetarios y nos abocan a un futuro gris, casi negro.
Esto es lo que he aprendido.
Aquí tenéis el enlace y buena semana y mes a todas:
P.D. En este post he usado el femenino
genérico porque la semana que se inicia es de especial reivindicación de los derechos de las mujeres. El día 8 es un día importante
para denunciar la injusta situación que las mujeres seguimos viviendo en el
siglo XXI y pensar que podemos hacer cada una para evitar muertes y desigualdades
sociales por razones de género.
Miguel A. Quesada